Espero que
comprendan, no diré nombres, todos los nombres que aparecen en este relato son
falsos, por motivos evidentes me resulta imposible revelar identidades,
principalmente por qué yo soy uno de los principales implicados en el embrollo.
A principios de
mil novecientos, ahora ya saben más o menos en que época está ubicada la
historia, la heroína era la droga de moda, artistas, políticos y gente pública
la consumía que daba gusto verlos y digo que daba gusto verlos por qué yo era
lo que más tarde se conocería como camello o dealer, pero en esa época no existía aún un nombre para lo que yo
hacía, así que simplemente la gente decía: “Contacta con Julius”.