miércoles, 6 de mayo de 2015

HE FRACASADO, NUNCA EXISTÍ

Darse cuenta que uno ha fracasado no es fácil, lo reconozco. Reconocer ese fracaso es aterrador, la negación sirve durante un tiempo, pero la evidencia siempre flota, ya saben…

Abrir la quinta lata de cerveza barata y descubrirse como un fracasado es horrible, horrible y liberador, no soy lo que se había esperado de mí, ni siquiera lo que yo había esperado de mí… Desde mi ático, observo las luces, los coches, los transeúntes despistados a extrañas horas, veo también el campo, cercano y lejano, con animales que cazan o animales que duermen, veo las nubes que atraviesan el cielo ausentes y dóciles.
Todo lo veía, menos la evidencia. El evidente fracaso de un ser, que peso se quita uno y que pesadumbre lo embarga, que mezcla cruel y absurda. Me alegro por fin de saber que nunca alcanzaré mis metas, pero a la vez me descubro como un gusano que se traiciona y traiciona.
Siete, ocho y nueve cervezas que no debería tomar, y que otorgan una falsa luz al pensamiento, creo que atraviesan un par de lágrimas mis mejillas, ni siquiera las limpio, que crucen mi cara desvergonzada, que alivio, que dolor.
Enciendo un cigarrillo y el humo flota bajo la luz de la luna, parece inmóvil, creando formas, pero se desvanece, como lo que se pensó de mí, como lo que se esperaba de mí, soy como el humo, no soy nada.
Y toda esa gente que ha creído en mí y toda esa gente que ha creído que existía realmente, ¿Qué decirles? No hay nada que decir, no hay perdón posible, ahora están solos, como yo he estado sólo sin saberlo. ¿Solo? ¡No he existido! Todo este tiempo que buscaba, que esperaba, que deseaba, que intentaba, no he existido, ha sido todo en vano, todo inútil. Quiero irme al carajo, quiero desaparecer. ¿Pero cómo desaparece el que nunca ha existido? ¿Cómo desvanecerse del imaginario colectivo? Podría lanzarme desde lo alto, pero no funcionaria, no existo, no existo, no existo…
¿Quién me ha creado? ¿Y por qué no me deja ir? Si no sirvo, si soy inútil, si todo es mentira, si sus esperanzas cayeron hace siglos en saco roto, si nunca cumplo mi palabra, si mis palabras son ceniza, si nunca tuve fe…

¡Déjenme! ¡Olvídense que alguna vez existí! Aunque sea mentira, ustedes me crearon, ustedes creyeron que existía. ¡No hay Dios! No existo, déjenme emborracharme por última vez, permítanme observarlos con toda mi omnisciencia una vez más y suéltenme, como el globo que se escapa de las manos de un niño y que desaparece en la inmensidad.  

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