martes, 12 de mayo de 2015

LA LOCA

Si se pregunta en el barrio, a cualquiera, dirán que está loca. “¿La loca?” Dirán con sonrisa socarrona. Claro que conocen a la loca, la del pelo mal teñido, siempre con los brazos cruzados y mendigando cigarrillos, claro que la conocen.

La podrán ver en el parque, cerca de las terrazas de los bares, con los labios demasiado pintados, la mirada perdida, ni si quiera perdida, más bien no encontrada, sus ojos atraviesan paredes y probablemente ven cosas que nadie más ve, otra vez con los brazos cruzados, y caminar rápido de pasos cortos, con un temblor seguro y firme. Murmurará entre dientes, como un eterno rezo, como un eterno padre nuestro, entre dientes. Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre…
Y todos, incluso los más pequeños han aprendido a burlarse de ella, la miran de lejos, señalándola, riendo, la loca, la loca, la loca. Los padres, los mayores, esconden algunos los paquetes de cigarrillos al verla aparecer, le niegan el vicio, le niegan sin mirarla a los ojos, y no saben que ella si les mira, con los ojos malgastados ve mucho más que ellos.
Consigue al fin un cigarrillo, tras atravesar el parque con pasitos cortos y veloces, agarrándose el pecho, con el cigarrillo humeante entre los dientes sigue con los murmullos. Venga tu reino; hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo. Y se sienta en un banco, cerca para no perder la realidad de vista. Y no fuma, le arranca al cigarrillo el humo a bocados.
“Es una borracha” dice uno que jamás la ha visto beber más de la cuenta; “Es una drogadicta” apostilla otro que en su vida le ha visto rojez en los ojos. Pero su realidad es distinta, ella debe notar bajo sus pies de calzados histriónicos la redondez de la tierra, ella que no pierde el tiempo más que para notar el aire sentada en un banco fumando cigarrillos prestados.
Nuestro pan cotidiano dánoslo hoy; y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros hemos perdonado a nuestros deudores. Masticando el aire entre murmullos, cruza de nuevo el parque, atraviesa las terrazas, agarrándose el pecho con fuerza y atravesando los cuerpos con su mirada y desaparece de nuevo. Y de nuevo como si nada hubiese sucedido, como si nada hubiese pasado, la vida sigue, el mundo sigue girando, los niños siguen jugando, los padres siguen en sus charlas; el mundo sigue girando pero la única que lo nota es ella, la loca, la loca, la loca….

No nos dejes caer en la tentación, más líbranos del mal. 

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