Si se pregunta en el barrio, a cualquiera, dirán que está
loca. “¿La loca?” Dirán con sonrisa socarrona. Claro que conocen a la loca, la
del pelo mal teñido, siempre con los brazos cruzados y mendigando cigarrillos,
claro que la conocen.
La podrán ver en el parque, cerca de las terrazas de los
bares, con los labios demasiado pintados, la mirada perdida, ni si quiera
perdida, más bien no encontrada, sus ojos atraviesan paredes y probablemente
ven cosas que nadie más ve, otra vez con los brazos cruzados, y caminar rápido
de pasos cortos, con un temblor seguro y firme. Murmurará entre dientes, como
un eterno rezo, como un eterno padre nuestro, entre dientes. Padre nuestro que
estás en los cielos, santificado sea tu nombre…
Y todos, incluso los más pequeños han aprendido a burlarse
de ella, la miran de lejos, señalándola, riendo, la loca, la loca, la loca. Los
padres, los mayores, esconden algunos los paquetes de cigarrillos al verla
aparecer, le niegan el vicio, le niegan sin mirarla a los ojos, y no saben que
ella si les mira, con los ojos malgastados ve mucho más que ellos.
Consigue al fin un cigarrillo, tras atravesar el parque con
pasitos cortos y veloces, agarrándose el pecho, con el cigarrillo humeante
entre los dientes sigue con los murmullos. Venga tu reino; hágase tu voluntad
así en la tierra como en el cielo. Y se sienta en un banco, cerca para no
perder la realidad de vista. Y no fuma, le arranca al cigarrillo el humo a
bocados.
“Es una borracha” dice uno que jamás la ha visto beber más
de la cuenta; “Es una drogadicta” apostilla otro que en su vida le ha visto
rojez en los ojos. Pero su realidad es distinta, ella debe notar bajo sus pies
de calzados histriónicos la redondez de la tierra, ella que no pierde el tiempo
más que para notar el aire sentada en un banco fumando cigarrillos prestados.
Nuestro pan cotidiano dánoslo hoy; y perdónanos nuestras deudas,
así como nosotros hemos perdonado a nuestros deudores. Masticando el aire entre
murmullos, cruza de nuevo el parque, atraviesa las terrazas, agarrándose el
pecho con fuerza y atravesando los cuerpos con su mirada y desaparece de nuevo.
Y de nuevo como si nada hubiese sucedido, como si nada hubiese pasado, la vida
sigue, el mundo sigue girando, los niños siguen jugando, los padres siguen en
sus charlas; el mundo sigue girando pero la única que lo nota es ella, la loca,
la loca, la loca….
No nos dejes caer en la tentación, más líbranos del mal.
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