¿Qué se puede decir en estos momentos? No hay
nada más maravilloso que una erección matutina. Cuando eres un pollo lozano,
levantarte por la mañana con el faro alumbrando al más allá no es más que pura
rutina, un día normal, nada más. Pero cuando tienes la edad que tengo yo,
cuando llegas hasta ahí, un erección es como un eclipse solar, no sucede todos
los días, os lo aseguro.
Agustina…, agustina conseguía levantarme por
las mañanas tieso como una estaca, sólo ella, ni las pechugonas de la tele, ni
las revistas guarras de mi nieto, nada, una rozadura de las esqueléticas
piernas a través del camisón y despertaba erguido y vanidoso, sólo ella.
Los presentes, quizá los más jóvenes, piensan
que eso es imposible, que a nuestra edad ya no… que un par de carcamales, a los
que ves pasear agarraditos por la calle dando pequeños pasos agarrados a las barandillas, apenas podrán moverse
y mucho menos pues eso, mucho menos a secas. Tengo algo que decirle al público
adolescente que hoy se reúne aquí, y que se reúne muy probablemente en contra
de su voluntad, he vivido cosas que vosotros nunca viviréis, por los clavos de
cristo cuando estuve en Tetuán, mucho antes de que vosotros fueseis siquiera un
pensamiento, yo ya estaba lustrándole las babuchas a cualquier morisca que se
me ponía por delante. Así que borrad esa sonrisa socarrona de vuestras caras y
llorad imaginándome a mis noventa, moviendo la cadera de titanio sobre
Agustina. Mamones.
A los más maduros, a los padres de estos
muchachos que hoy se masturban como chimpancés frente a pantallas de ordenador
les diré otra cosa, habéis crecido casi todos en la democracia, en las
libertadas, pero… perdón no quiero distraerme, hablemos de sexo, Agustina solía
decirme de su sobrina, lo siento Lourdes, “Mira esa mojigata, seguro que su
marido tiene que ir de putas todos los viernes, ¿Cuánto hará que no hace un
viaje al sur del ombligo?”. ¡Silencio! Nada de cuchicheos, si no es verdad,
defendeos en otro momento, esto no es un diálogo. A caso con vuestras
libertades no luchadas, con vuestra democracia regalada ¿habéis creído que eráis
hippies?, Seguro… que progres, abiertos de mente, pero ni siquiera habéis
compartido vuestras mujeres y vuestros hombres con terceros, nunca habéis hecho
una cama redonda o una fiesta de pijamas con champán y viagra.
Llegados a este punto sólo me quedan los de mi
quinta, aquí presentes hay algunos que compartieron conmigo los encantos de
Agustina, Agustina la cachonda como nos gustaba llamarla en la intimidad de la
alcoba, a todos ellos les agradezco su presencia, les agradezco los buenos
ratos pasados y los huesos rotos por los excesos. A los que no se atrevieron a
compartir, a los que racanearon con su lascivia, les digo y seguro que Agustina
aquí presente compartiría mis palabras, os podéis ir al reverendo carajo, os
mandaría a tomar por culo, pero eso es placentero y no quiero vuestro disfrute.
Muchas gracias a todos por venir, ahora
tomaremos una copa de champán en el bar del tanatorio y luego llevaremos el
cuerpo de Agustina al cementerio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario