martes, 22 de abril de 2014

¿CÓMO EMPEZÓ TODO?

¿Qué hace aquí este niño? Estorbas niño, vete, vete de aquí, tu no deberías estar aquí. ¿Dónde están sus padres? ¿Dónde está su madre? Que se lo lleve de aquí. Deja de mirarme, no me mires, ¿Qué crees que voy a hacer? ¿Lo sabe? ¿Cómo lo sabe? Si no te vas no podré saltar y quiero irme, quiero irme de una vez de aquí, pero si me miras…
¿Qué hago ahora con todo el valor reunido? ¿Qué hago si ya no me quedan más lágrimas? ¿Cómo esquivar la mirada de este niño? No puedo, no puedo. ¡Vete de aquí!, ¡Deja de mirarme! ¿Es casualidad, todas las miradas infantiles se parecen, o es que el azar trae ante mí los mismos ojos que mi nieto? Cuando pase lo inevitable alguien le tendrá que explicar a los ojos de mi chico lo que sucedió. Y no sabrán explicárselo, no saben ni explicarle el porqué de la noche y el día, tampoco sabrán explicarle mi día y mi noche. Si no te vas, me das tiempo a pensar, no puedo pensar más, no quiero pensar más… ¿Cómo empezó todo? ¡Maldita sea! Ya está aquí de nuevo, el pensamiento, ya no puedo pararlo, ya no puedo adormecerlo, ¿Cómo empezó todo? Como empiezan las historias felices, como empiezan las historias tristes, como empiezan todas las historias. ¿Todas? Ya no lo sé, hasta las fábulas empiezan igual en mi cabeza, con una corbata, con una sonrisa de zorro viejo, con un bolígrafo de plástico, con una firma, el principio del fin.
¿Me están juzgando esos ojos? No, no lo creo, me miran simplemente. Deja de mirarme. Ya me han juzgado otros y esos ojos no son de un juez. Juzgaron mis decisiones, mis actos y mis miedos, también juzgaron mis miedos, canallas, sólo un canalla juzga los miedos de un hombre. Una boca menos es lo que quiero regalar, un saco de huesos que ocupa espacio, quiero regalarles mi oxígeno, a mi hija y a su marido, a mi nieto, que ahora me mira con los ojos de otro niño. Ahora soy yo el que me juzgo. Quiero desaparecer, quiero arrancarme los ojos, rasgarme la piel como la tela apolillada que es. Desaparecer, desaparecer, desaparecer…
Ni se te ocurra. Se acerca, ¿Por qué se acerca? No te acerques por favor, no me mires más, date la vuelta, estás demasiado cerca. ¿Cómo empezó todo? Empezó como terminará, con un salto al vacío. Soy consciente que son otros los que deberían saltar y desaparecer, que no soy el culpable, que soy víctima de mis actos y de los de otros, pero no tengo fuerzas, se me agotaron, se me va el ánimo por las grietas de los callos de mis manos. ¿Y él que culpa tiene? ¿Por qué le hago esto? Otra vez no… otra vez el pensamiento, el que me dio el valor y ahora quiere quitármelo y tiene tanta razón cuando me lo da que cuando me lo quita y ahora gana la contra, ¿Qué culpa tiene él? ¿Qué haces viejo imbécil, que demonios estás haciendo? Huyo, eso es lo que hago y no soy un cobarde. No, no lo eres, lo sé, lo sé, ¿Y por qué lo haces?
—Señor, ¿Se encuentra bien?
Una joven, me habla una joven, hace años que la gente no me habla por la calle.
—Llévese a ese niño.
—¿Qué niño señor?
¿Qué niño? El niño que… se ha ido, ¿Se ha ido? ¿Por qué se ha ido?
—Llevo rato observándole, ha estado sólo todo el tiempo.
Solo… que solo me siento aquí encaramado, me ayuda a bajar, me agarra de la mano, me la acaricia, la muchacha me sonríe.
—¿Se ha perdido?
Sonrío, me he perdido.
—Probablemente, pero no es grave.
¿No es grave? Tozudo, anciano tozudo, viejo idiota, casi se te olvida, casi se te olvida que tienes que ir a buscar a tu nieto el colegio.
—Le dejo solo, tengo que irme.
—No estoy solo, muchas gracias, le agradezco.

No estoy solo, me voy a por mis ojos, a los jóvenes ojos de mi chico, de mi muchacho, querrá ir al parque, hay que ir al parque, ahora quiero mirarlo yo, como corre, como juega. Viejo estúpido, casi se te olvida, casi se te olvida que no estás solo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario