Me senté con Frida retozando en
mi regazo a leer Casa tomada de Julio Cortázar y, mientras lo ojeaba y
acariciaba a Frida, me puse a pensar…
Si te despistas, si bajas la
guardia, estás perdido. Como un rayo de luz, como un flash la perderás. Es muy fácil, tremendamente sencillo, perder la
esperanza en el ser humano.
El 28 de junio de 1914 mataron al
archiduque Francisco Fernando de Austria y el 28 de julio estalló la Primera
Guerra Mundial. A lo largo de los cuatro años que duró la Gran Guerra murieron
un promedio de 6.046 hombres cada día. Por fin, el 11 de noviembre de 1918
terminó la guerra, y con el conjunto de tratados que se conocen como la Paz de
París se juraron que nunca más se repetiría una situación como esa.
Lamentablemente, el ser humano no
es como un perro que acerca su morro a un llama, curioso, y por supuesto se
quema. Se quema una vez y recordará para siempre que si acerca el hocico al
fuego, se quemará los bigotes. El ser humano tiene una memoria histórica que
debe rondar los treinta segundos, segundo arriba, segundo abajo.
En 1939 estalla la Segunda Guerra
Mundial. Setenta millones de personas fallecidas.
Sin contar las guerras que hubo
antes de la Primera y las que hubo entre la Primera y la Segunda, y tomando
como punto de partida el fin de la Segunda Guerra Mundial, el mundo ha visto:
La guerra de Indochina (1946-1954),
la primera guerra palestina (1947-1949), la primera guerra indo-pakistaní
(1947-1949), la guerra de Corea (1050-1953), la guerra civil de Colombia (1951-1953),
la guerra de Argelia (1954-1962), la guerra de Vietnam (1955-1975), la guerra
civil de Sudán (1955-1972). Pararé el recuento, pero puedo decir con temor a
equivocarme que, a lo largo del siglo xx,
además de las nombradas, existieron veintidós guerras más.
Por eso digo que si uno se
descuida es más que probable que pierda toda esperanza en el género humano. En
nombre de dioses, de modos de vida, de hombres, de tradiciones, de lenguas, de
territorios, de banderas, de orgullos, nos hemos masacrado, mutilado, violado y
aniquilado a lo largo de los siglos.
No me tachéis de pesimista,
simplemente he listado una serie de hechos que han sucedido y que no pueden
esconderse. Pero, por favor, estad atentos, si no cerráis los ojos, si lográis
que las lágrimas no enturbien vuestra mirada, si estáis con el corazón (léase
mente) abierto y dispuesto a escuchar, podréis ver cosas como estas:
La novena sinfonía de Beethoven, el
Guernica de Picasso, El Padrino de Coppola, Cien años de soledad de García Márquez, Angelitos negros de Machín, Profumo di donna con Vitorio Gassman, El caminante sobre el mar de nubes de
Friedrich, 1984 de Orwell. Se puede
seguir hasta la saciedad: pinturas, canciones, libros, películas, estatuas,
frases, sinfonías, instrumentos… Son tantas las cosas hermosas que el
monstruoso ser humano ha logrado crear que no deben pasar inadvertidas.
Lo sé, es demasiado sencillo que
pasen inadvertidas; la grandeza del desastre es tal que en ocasiones la luz se
opaca y no se puede ver más allá.
Quizá esto sea apología de un
humanismo decadente, otros creerán que es demagogia, pero permitid a este
soñador seguir soñando, como se permite a un niño comer golosinas de vez en
cuando, permitidme que crea de vez en cuando en nosotros. Que cuando vea a un
niño jugando en un parque crea, que me olvide que quizás su padre pega a su
madre o que quizás hemos gastado tanto a la sociedad que él no tendrá futuro, no
lo olvido, no pienso hacerlo, pero permitidme por un segundo ver como este niño
corre y se cae y se raspa las rodillas, y así yo vuelva a creer. Que escuche
música y no vea la polución que lenta, impasible como un elefante, va hacia su
cementerio, pasa frente a mi ventana.
No es el circo que daban los
romanos al populacho para mantenerlos entretenidos, para que no pensasen, es la
herencia de gente como tú, lector, como yo, como tu hermano o padre o madre,
que una vez quisieron olvidar, quisieron mentirte, quisieron que las nubes se
disiparan durante un solo instante. Mintiendo, quizás mentían, quizás, sólo
quizás, pero como decía Picasso: “El arte es una mentira que nos acerca a la
verdad”.
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