jueves, 26 de septiembre de 2013

ALGÚN PUERTO

Es tan peligroso, tan complicado que solemos caer en un tremendo error, basamos nuestras máximas en realizar la contra de quienes nos son contrarios. Olvidamos poco a poco por lo que luchábamos para luchar sólo contra aquellos que han olvidado por lo que luchaban y luchan sólo contra nosotros.

Las luchas sociales, aquellos avances que se han hecho a lo largo de la historia ―que dicho sea de paso, ahora nos dejamos quitar con una facilidad pasmosa― no deben recordarse como batallas ganadas, fueron luchas, claudico en eso, pero no deben ser recordadas como guerras contra un enemigo, ni imaginario ni real, deben ser recordados como logros, resultados de una constancia de gentes comprometidas, que no luchaban contra algo, luchaban por algo.
No hace mucho le escuché decir a José Mujica que nadie puede estar a favor del aborto, que se trata de un tema sencillo y de sentido común, nadie puede estar a favor del aborto como cuestión de principios. Y hacía tiempo que nadie me daba en la nuca, esa colleja, que da un padre o una madre para que uno se ubique de nuevo. Mujica así lo hizo. Perdemos el norte con una facilidad prodigiosa, el mismo modo carecemos de memoria histórica, y si la tenemos es corta, tiene un corto plazo. Una colleja que reubica, que nos saca de ensoñaciones.
¿Quién puede estar a favor del aborto? La pregunta es curiosa, juega con nuestras emociones, juega con nuestra conciencia social. ¡Nadie! Nadie puede estar a favor de hacer pasar semejante trance a una mujer. Es evidente que no estamos hablando de los casos de violación, donde una mujer debe poder elegir si quiere o no traer al mundo al hijo de su violador. Hablo de aquellos casos de familias pobres o empobrecidas que no se pueden permitir “el lujo” de traer a otro niño al mundo. Es evidente que, como todo, se trata de un tema de educación, pero lamentablemente un arma tan poderosa como la educación, un arma de defensa contra lo desconocido, es un arma lenta, eficaz, pero lenta. Mientras va creciendo el pasto que siembra la educación, mientras aparecen los primeros brotes, deberemos utilizar las otras armas, más ruidosas y escandalosas, pero al fin y al cabo más rápidas. Pero bajo ningún concepto deberemos sustituir las unas por las otras.
En este caso, como decía, olvidamos el motivo de la lucha y olvidamos el motivo por el cual debió legalizarse el aborto y pensamos sólo en aquellos que quieren ilegalizarlo. La lucha dejó de ser por un motivo y se convirtió en una guerra contra alguien.

La memoria, la histórica o cualquiera de ellas, nunca debe perderse. Pero más importante aún es que no hagan que la perdamos. Intentan que todos los estímulos que pudiéramos recibir del exterior para no olvidar nos pasen desapercibidos, como las balas de un tiroteo de cine, nos pasan rozando y no nos enteramos. Debemos estar atentos, no perder de vista nuestras metas, personales y sociales, no olvidar cual es el motivo, se cual sea, no olvidarlo y no modificarlo por otro muy distinto. No personalizar, no focalizar absurdamente, mantener el rumbo sin desviarse es la única forma de llegar a puerto, no sé si buen puerto o mal puerto, pero sin duda el puerto donde queremos llegar.

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