Mi papá es panadero, mi papá es carpintero, mi papá tiene
una tienda de ropa, mi papá trabaja en una oficina, mi papá arregla neveras, mi
papá es cocinero, mi papá es charcutero. “¿Y el tuyo manolito, a que se dedica
tu papá?”, “Mi papá tiene los cojones muy pequeñitos y es el mejor padre del
mundo”
Debe saber el lector, me veo obligado a sacarle de la
inopia, que si su padre ha sido un gran padre, atento y cariñoso, si se ha
involucrado en su educación de una forma plena, estimulando su aprendizaje, es
más que probable que su progenitor tenga los testículos del tamaño de una
aceituna, rellana, pero aceituna.
Por lo contrario, aquellos que sean hijos de padres
despreocupados, que la máxima atención que recibían de su predecesor era una
palmada en la espalda o que el máximo interés por sus estudios era firmar las
evaluaciones, pueden estar tranquilos, el tamaño de criadillas de papá es como
el de los toros de Hereford.
Una vez más mi tranquilidad matutina se ve truncada por un
estudio realizado en una universidad norteamericana, parece ser que le han
estado buscando relación entre el tamaño de los huevos con el ser buen o mal
padre. ¿Se imaginan? Cientos de padres de familia haciendo cola frente a la
universidad, respondiendo a la llamada de un estudio, uno a uno van pasando al
despacho del científico en cuestión y bajándose los pantalones. Yo ya he pasado
por eso, el urólogo tiene un curioso collar de testículos de madera y te mide,
un número uno, un doce, un veinte lo anota y tú te vas. Pues lo mismo, pero en lugar de tallaje de
supuesta masculinidad te miden la calidad de tu paternidad.
Y leyendo el artículo me ha asaltado una duda, una duda
cojonuda ―me perdonarán la gracia― ¿Qué sucede si un padre tiene un solo testículo?
Y aún diré más, ¿Qué sucede si ese único testículo es de un tamaño digno, un
tamaño agradable, un buen tamaño, sano y robusto?, ¿Convierte eso al individúo
en un padre a medias?, ¿Puede sustituir un huevo mediano a dos pequeños? ¿Qué
es lo que realmente importa, el tamaño o la cantidad?, ¿Alguien cojonudo es
alguien con muchos cojones o con mucho cojón? Supongo que en cierta forma es
así como funciona un investigador, preguntas que buscan respuesta.
E irremediablemente, de forma casi inconsciente, pienso en
mi padre. Intento llamarlo, pero me detengo. ¿Ha sido un buen padre? No tengo
queja alguna, un poco severo quizá, ¿Eso es huevo grande o pequeño? Me turbo. Me
enciendo un cigarrillo, camino por casa, me siento de nuevo, y no quiero, me
niego pero pienso en los huevos de mi padre. De acuerdo, descuelgo el teléfono,
un teléfono antiguo, de los de disco y comienzo a marcar. ¿Cómo se lo va a
tomar mi padre? Un padre es un padre, y hay cosas que no se le pueden
preguntar. Cuelgo de nuevo y releo el artículo. ¡Qué no, me niego a creer que
mi padre tiene los huevos de codorniz! Mi padres es, mi padre es…. ¡Claro! Un término
científico que lo explica todo.
¡Mi padre es la excepción que confirma la regla! Exceptio probat regulam in casibus non exceptis. ¡Chúpate esa Atalanta! Marco,
siete giros de disco y mi padre descuelga.
―¿Viejo?
―¿Qué paso? ―esta es la reacción habitual cuando se llama a
un progenitor fuera del horario establecido para realizar las llamadas, se
asusta.
―Nada… que… que… ¡te quiero!
―¿Bebiste? ―Esta es otra reacción frecuente cuando un hijo
demuestra amor sin que venga a cuento.
―Cojonudo, un padre cojonudo.
Y cuelgo. Al rato mi padre demostrando su preocupación y su
devoción como progenitor estaba en mi casa dispuesto a hacerme beber un litro
de café con sal para purgar todo el alcohol que supuestamente había ingerido
para llamarlo y decirle que le quiero y que es un padre cojonudo. Vomité mucho,
mucho, al principio no quería beber pero….
―Soy tu padre y por mis cojones que te bebes el café.
Bebí.
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