martes, 3 de septiembre de 2013

QUIZÁ NO ES SÓLO UN COSTURÓN

No eres consciente del futuro hasta que este se va acercando y con el acercamiento perdiendo la cualidad de futuro para convertirse en presente y al rato en pasado. Cuando era más joven creía que todo lo que tenía sería lo que tendría el resto de mi vida, no se trata de un hecho aislado, no me ha sucedido a sólo a mí.
Le ha sucedido a todo el mundo, todos y cada uno de nosotros creíamos en la perdurabilidad de las cosas, en que todo aquello que habíamos conseguido a lo largo de nuestra, por entonces corta vida, se eternizaría.
Se trata evidentemente de un sentimiento de negación, cuando uno es joven  no quiere permitirse el lujo de perder amigos, sin embargo es la época adecuada para perderlos, para perder a algunos y para hacer otros. Pero lamentablemente, muy a pesar de los consejos que los mayores pueden darte sólo la agorera y cruda vida te sitúa en tu lugar con el revés de los años. Pierdes novias y novias, pierdes amigos y amigas; y con eso se acaba el mundo, se termina, crees deprimirte, entristeces y lloras, incluso dejas de comer un par de días, te encierras en tu habitación, pero como los perros jóvenes, los que aún corren y saltan, cicatrizas sorprendentemente rápido y con el tiempo mirarás esa cicatriz y sonreirás y pensarás en cómo pudiste herirte por semejante cosa.
Evidentemente puede suceder que una persona mantenga una amistad durante toda su vida, hay gente incluso que se casa con su primera pareja y es feliz hasta el día de su muerte, pero también hay gente a la que le toca la lotería y no por eso debemos creer que el azar nos premiará a nosotros con un suculento fajo de billetes o con una eterna amistad.
Además, sucede también que las amistades se pierden por el simple hecho que deben perderse, no es preciso que la gente se enfade, no es necesario que haya una fuerte discusión entre amigos y la amistad que tanto ha llenado unos años de pronto se rompa y desaparezca dejando un final amargo y un recuerdo desagradable. Una amistad se puede perder sin que uno se plantee la posibilidad de que desaparezca, desaparece y listo, se acabó y a otra cosa. Pero eso sí, recuérdala, desbroza todo lo vivido y guarda los mejores recuerdos, los mejores momentos. Ahí entra de nuevo la vieja nigromántica vida,  pero esta vez pondrá ante ti una oportunidad única, aprender. Con la desaparición de una amistad, que puede ser irrecuperable, te brinda la oportunidad de aprender de ese desescombro de recuerdos. Aprender a seguir queriendo o a querer de otra forma, a cuidar de una forma distinta o a mirar con otra lente las amistades que aún tienes y las que están por venir.

Decía William Shakespeare: “Los amigos que tienes y cuya amistad ya has puesto a prueba, engánchalos a tu alma con ganchos de acero”. En realidad hay muchos, nunca diría que demasiados, dichos y proverbios sobre la amistad, se puede aprender mucho de ellos, pero la única forma, la manera real de aprender es viviendo. Uno no puede aprender a cocinar leyendo sólo libros de cocina, debe cocinar. Se debe ser amigo, comprender, llorar y amar y quizá perdiendo una amistad se aprenderá a ser mejor amigo. ¿He dicho quizá? Estoy convencido de ello, esa herida de la que hablaba al principio, será un costurón, que se irá juntando con otros muchos y que marcarán un camino, que formarán un mapa, una guía para tus siguientes relaciones. No existe la persona perfecta del mismo modo que no existe el amigo perfecto, pero lo que sí que existe es el perfeccionamiento. Y es a eso a lo que debemos aspirar.

1 comentario: