No eres consciente del futuro hasta que este se va acercando
y con el acercamiento perdiendo la cualidad de futuro para convertirse en
presente y al rato en pasado. Cuando era más joven creía que todo lo que tenía
sería lo que tendría el resto de mi vida, no se trata de un hecho aislado, no
me ha sucedido a sólo a mí.
Le ha sucedido a todo el mundo, todos y cada uno de
nosotros creíamos en la perdurabilidad de las cosas, en que todo aquello que habíamos
conseguido a lo largo de nuestra, por entonces corta vida, se eternizaría.
Se trata evidentemente de un sentimiento de negación, cuando
uno es joven no quiere permitirse el
lujo de perder amigos, sin embargo es la época adecuada para perderlos, para
perder a algunos y para hacer otros. Pero lamentablemente, muy a pesar de los
consejos que los mayores pueden darte sólo la agorera y cruda vida te sitúa en
tu lugar con el revés de los años. Pierdes novias y novias, pierdes amigos y
amigas; y con eso se acaba el mundo, se termina, crees deprimirte, entristeces
y lloras, incluso dejas de comer un par de días, te encierras en tu habitación,
pero como los perros jóvenes, los que aún corren y saltan, cicatrizas sorprendentemente
rápido y con el tiempo mirarás esa cicatriz y sonreirás y pensarás en cómo
pudiste herirte por semejante cosa.
Evidentemente puede suceder que una persona mantenga una
amistad durante toda su vida, hay gente incluso que se casa con su primera
pareja y es feliz hasta el día de su muerte, pero también hay gente a la que le
toca la lotería y no por eso debemos creer que el azar nos premiará a nosotros
con un suculento fajo de billetes o con una eterna amistad.
Además, sucede también que las amistades se pierden por el
simple hecho que deben perderse, no es preciso que la gente se enfade, no es
necesario que haya una fuerte discusión entre amigos y la amistad que tanto ha
llenado unos años de pronto se rompa y desaparezca dejando un final amargo y un
recuerdo desagradable. Una amistad se puede perder sin que uno se plantee la
posibilidad de que desaparezca, desaparece y listo, se acabó y a otra cosa.
Pero eso sí, recuérdala, desbroza todo lo vivido y guarda los mejores recuerdos,
los mejores momentos. Ahí entra de nuevo la vieja nigromántica vida, pero esta vez pondrá ante ti una oportunidad
única, aprender. Con la desaparición de una amistad, que puede ser
irrecuperable, te brinda la oportunidad de aprender de ese desescombro de recuerdos.
Aprender a seguir queriendo o a querer de otra forma, a cuidar de una forma
distinta o a mirar con otra lente las amistades que aún tienes y las que están
por venir.
Decía William Shakespeare: “Los amigos que tienes y cuya
amistad ya has puesto a prueba, engánchalos a tu alma con ganchos de acero”. En
realidad hay muchos, nunca diría que demasiados, dichos y proverbios sobre la
amistad, se puede aprender mucho de ellos, pero la única forma, la manera real
de aprender es viviendo. Uno no puede aprender a cocinar leyendo sólo libros de
cocina, debe cocinar. Se debe ser amigo, comprender, llorar y amar y quizá
perdiendo una amistad se aprenderá a ser mejor amigo. ¿He dicho quizá? Estoy
convencido de ello, esa herida de la que hablaba al principio, será un costurón,
que se irá juntando con otros muchos y que marcarán un camino, que formarán un
mapa, una guía para tus siguientes relaciones. No existe la persona perfecta
del mismo modo que no existe el amigo perfecto, pero lo que sí que existe es el
perfeccionamiento. Y es a eso a lo que debemos aspirar.
Amen!
ResponderEliminar