Una vez más, la imagen no deja de repetirse, nos quedamos
con el traje de faralaes, las castañuelas, la paella y la sangría metidas por
la donde la espalda pierde su nombre. Sonriendo como bobalicones y agitando los
brazos, banderitas en mano. Los coches negros han vuelto a pasar de largo, y
con la sonrisa en la cara vemos como se alejan, incrédulos manteniendo la cara
de mentecatos entre la nube de polvo que dejan los americanos.
Y la verdad que no había que ser pitonisa, ni un estratega
extraordinario, que estos sólo venían para que los invitásemos a unos vinos, a
comer un poco de jamón y una vez saciado su apetito, por la patilla, cogen la
puerta y se van.
Una suerte de Mickey Rooney con peluquín de esparto apareció
de la nada, con su sequito, coches caros, con pomposidad y ostentación y se ganó
en dos días a los políticos de turno. Que para no defraudar su bolsillo se les
hace el culo Pepsi cola cuando
aparece un millonetis con dinero para invertir. Eurovegas, un parque de
atracciones para mayores, que parecía un shanadú, eso era la hostia en vinagre,
si se llevaba a cabo poco menos que sacarnos de la crisis. “¿Condiciones? Las
que usted quiera nuestro señor”, “¿Fumar? Evidentemente, lo de la ley
antitabaco lo saco yo de un plumazo”, “¿Jornadas laborales?” Ni nombrarlo que
no ve que con el del sindicato juego yo al golf… claro hombre, claro”. Hablando
mal y pronto pusimos el culo, que es lo nuestro.
Pero, aguas de borraja oiga, el gachón vio el percal y cogió
las de villadiego, y si te he visto no me acuerdo y ahí os quedáis con vuestra
crisis. Y lo que decía con cara de zoquete saludando a la nube de polvo de sus
coches o de sus jets privados o lo que sea.
Y ahora, para sorpresa de algunos, el del peluquín de
esparto se reúne con sus inversores, se toman unos güisquis y a carcajada
limpia les suelta: “¡Qué era broma! Que no tengo un duro muchachos.”, en lugar
de duro habrá dicho penique, pero para el caso es lo mismo. Que dice mi primo
que no tiene un euro suelto para invertir, y que se confirma lo que decía que
ha venido a be like a bacon con
nuestro jamón y nuestro fino La Ina. Lo hemos paseado por todas partes, lo
hemos invitado a lo mejorcito de cada casa, le hemos ensuciado los zapatos de
baba y se ha pirado. Vaya casta la nuestra, mamarrachos serviciales, segundos
hasta en la picaresca, que hasta eso hemos perdido, que ni sisarle la cartera
hemos podido. Que por seguir la broma hasta las toallas de los hoteles nos
habrá mangado el muy.
Pero eso si todos callados, disimulando, que aquí no ha
pasado nada. Y tampoco es para pasar por la piedra a nuestros electos, que hay
otros muchos motivos, esto quedará como una anécdota más, un chascarrillo para
comentar en el café, de lo que pudo ser y no fue. Que también hay que ver quien
quería un lupanar de diecisiete mil millones de dólares, que hay tarados para
todos los gustos y las mentiras que son sonadas, son culpa de dos, del que las
dice y del que las cree.
Pero les digo la verdad, ya que lo han hecho, que lo han
hecho tan bien, tanto que le han lamido el trasero al amigo americano, me
gustaría ver a nuestros próceres ―por llamarlos de alguna forma― vestidos de
flamenco en el balcón de cualquier ciudad dándonos una explicación, porque como
políticos nuestros que son nos la deben y como nos la deben nos la tienen quedar.
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