Hay una película que si bien no es una maestra es bastante
entretenida, se llama Cortina de humo
con Dustin Hoffman y Robert De Niro. La trama es sencilla, el presidente de los
estados unidos es pillado in fraganti
en una situación digamos poco ortodoxa y decide inventarse una guerra para
tapar el asunto, lo que se conoce técnicamente como una cortina de humo. Aunque
la idea puede ser muy reprochable, más bien cabrona, no deja de ser una
estupenda idea. Despistar al personal para que no se acuerde de donde la mete
el presidente. Y para eso se lo montan a lo Hollywood, con platós de
televisión, con noticias falsas, todo un tinglado muy bien organizado que deja
a la sociedad convencida de que no ha sucedido nada mientras está sucediendo.
Como toda historia de ficción tiene una parte de realidad.
Así que es de sospechar que eso haya sucedido en mayor o en menor medida. Pero
lo que es de agradecer es que se curren las mentiras, porque uno puede decir:
“Bueno finalmente hemos descubierto que al presidente le gustaba disfrazarse de
caperucita y ser sodomizado por el secretario de estado, pero lo de la guerra
se lo curraron, casi nos lo creemos” Y el presidente sería un sodomita pero por
lo menos tendría imaginación.
Nuestro caso es muy distinto, nosotros somos tan cretinos,
tan sumamente papanatas que a nuestros gobernantes no les hace falta inventarse
nada. Simplemente utilizan lo que está a nuestro alrededor. Le sacan un poco el
polvo, le dan un buen giro y lo ponen en las primeras páginas de los
periódicos. Por ejemplo, el caso del accidente ferroviario de Santiago,
indudablemente es un hecho trágico que debe ser atendido por los medios de
comunicación, ¿Pero realmente debe ocupar toda la parrilla de televisión?, ¿Es
preciso que sepamos la vida y desgracias de todos los pasajeros?, ¿Qué sin
parar, las veinticuatro horas del día nos machaquen con las intimidades de los
muertos, de las familias y seres queridos? No, evidentemente no es necesario,
¿pero a qué ocupa lugar?, ¿A que impresiona? Otro caso, Gibraltar, la
exaltación nacional es el truco más viejo del mundo, cuando un país se
desmorona, a alguien se le ocurre que hay que competir con el país limítrofe
para ver quien la tiene más grande, es cierto que Gibraltar no es un país pero
tampoco es España. Así que ahí tenemos a los ingleses echando bloques de
cemento al mar y a los picoletos dando por culo en la frontera. Y dale que te
pego, todo el día con el temita.
Pero de lo que ocurre nadie habla. Hablan por supuesto
superficialmente, comentan cuan iletrado es nuestro presidente que no sabe lo
que es un paréntesis y no deja de repetir fin
de la cita. ¿En serio es lo único que escucharon los periodistas?, ¿No
escucharon nada más? Bueno así está la cosa, hablamos, hablamos pero no decimos
nada, entre los “Esto no puede ser”, comentamos la suculenta notica de la edad
a la que perdió la virginidad Piqué, entre los “Nos están robando
descaradamente”, nos atrevemos a decir que los protagonistas del funeral de las
víctimas del accidente de tren eran la Leti y el Felipillo…
Siento ser tan agorero, justo antes de ponerme a escribir el
texto de hoy (que imaginará el avispado lector no he escrito hoy) estaba en una
parada de metro y he podido escuchar a una pareja de novios hablando, él le
decía a ella que no se preocupase que tarde o temprano encontraría trabajo, y
que si no se irían al pueblo de su madre, ella cierra los ojos desconsolada y
comenta lo siguiente (Y juro por la virginidad de mi gata que es cierto): “Si
el pueblo de tu madre está al lado de Gibraltar y ahora no se puede entrar
porque el rey moro ha soltado a un próstata.” Me ahorraré la traducción, pero
la cosa no termina ahí, sigue y le pone la guinda el maromo de la erudita:
―Tranquila churri, seguro que el año que viene me cogen en
Gran Hermano.
Y cloc, cloc, mis cojones caen al suelo, ruedan tristes y
apesadumbrados hacia el borde del andén, por suerte logro rescatarlos antes de
que se lancen a las vías.
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