jueves, 8 de agosto de 2013

CORTINA DE HUMO

Hay una película que si bien no es una maestra es bastante entretenida, se llama Cortina de humo con Dustin Hoffman y Robert De Niro. La trama es sencilla, el presidente de los estados unidos es pillado in fraganti en una situación digamos poco ortodoxa y decide inventarse una guerra para tapar el asunto, lo que se conoce técnicamente como una cortina de humo. Aunque la idea puede ser muy reprochable, más bien cabrona, no deja de ser una estupenda idea. Despistar al personal para que no se acuerde de donde la mete el presidente. Y para eso se lo montan a lo Hollywood, con platós de televisión, con noticias falsas, todo un tinglado muy bien organizado que deja a la sociedad convencida de que no ha sucedido nada mientras está sucediendo.

Como toda historia de ficción tiene una parte de realidad. Así que es de sospechar que eso haya sucedido en mayor o en menor medida. Pero lo que es de agradecer es que se curren las mentiras, porque uno puede decir: “Bueno finalmente hemos descubierto que al presidente le gustaba disfrazarse de caperucita y ser sodomizado por el secretario de estado, pero lo de la guerra se lo curraron, casi nos lo creemos” Y el presidente sería un sodomita pero por lo menos tendría imaginación.
Nuestro caso es muy distinto, nosotros somos tan cretinos, tan sumamente papanatas que a nuestros gobernantes no les hace falta inventarse nada. Simplemente utilizan lo que está a nuestro alrededor. Le sacan un poco el polvo, le dan un buen giro y lo ponen en las primeras páginas de los periódicos. Por ejemplo, el caso del accidente ferroviario de Santiago, indudablemente es un hecho trágico que debe ser atendido por los medios de comunicación, ¿Pero realmente debe ocupar toda la parrilla de televisión?, ¿Es preciso que sepamos la vida y desgracias de todos los pasajeros?, ¿Qué sin parar, las veinticuatro horas del día nos machaquen con las intimidades de los muertos, de las familias y seres queridos? No, evidentemente no es necesario, ¿pero a qué ocupa lugar?, ¿A que impresiona? Otro caso, Gibraltar, la exaltación nacional es el truco más viejo del mundo, cuando un país se desmorona, a alguien se le ocurre que hay que competir con el país limítrofe para ver quien la tiene más grande, es cierto que Gibraltar no es un país pero tampoco es España. Así que ahí tenemos a los ingleses echando bloques de cemento al mar y a los picoletos dando por culo en la frontera. Y dale que te pego, todo el día con el temita.
Pero de lo que ocurre nadie habla. Hablan por supuesto superficialmente, comentan cuan iletrado es nuestro presidente que no sabe lo que es un paréntesis y no deja de repetir fin de la cita. ¿En serio es lo único que escucharon los periodistas?, ¿No escucharon nada más? Bueno así está la cosa, hablamos, hablamos pero no decimos nada, entre los “Esto no puede ser”, comentamos la suculenta notica de la edad a la que perdió la virginidad Piqué, entre los “Nos están robando descaradamente”, nos atrevemos a decir que los protagonistas del funeral de las víctimas del accidente de tren eran la Leti y el Felipillo…
Siento ser tan agorero, justo antes de ponerme a escribir el texto de hoy (que imaginará el avispado lector no he escrito hoy) estaba en una parada de metro y he podido escuchar a una pareja de novios hablando, él le decía a ella que no se preocupase que tarde o temprano encontraría trabajo, y que si no se irían al pueblo de su madre, ella cierra los ojos desconsolada y comenta lo siguiente (Y juro por la virginidad de mi gata que es cierto): “Si el pueblo de tu madre está al lado de Gibraltar y ahora no se puede entrar porque el rey moro ha soltado a un próstata.” Me ahorraré la traducción, pero la cosa no termina ahí, sigue y le pone la guinda el maromo de la erudita:
―Tranquila churri, seguro que el año que viene me cogen en Gran Hermano.

Y cloc, cloc, mis cojones caen al suelo, ruedan tristes y apesadumbrados hacia el borde del andén, por suerte logro rescatarlos antes de que se lancen a las vías. 

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