miércoles, 8 de mayo de 2013

EL MEJOR RESTAURANTE DEL MUNDO


Es un local pequeño, no debe tener más de quince mesas. La primera vez que fui estaba en el vientre de mi madre y la última hace una semana. Los dueños son una pareja de socios que ya forman parte del paisaje del local y del barrio: uno es bajito, redondo y bonachón; el otro, más flaco, más alto y de apariencia severa, y a veces desagradable.


Probablemente hay pizzerías que hagan mejores pizzas, que elaboren mejor la pasta fresca, pero a mí me gusta ese restaurante. No tiene estrellas Michelín y no sale en las guías, pero, sin dudarlo ni un segundo, es el mejor restaurante del mundo.

Recientemente he leído que, tras el minucioso estudio de nada más ni nada menos que novecientos críticos, chefs, restauradores y gastrónomos, un restaurante de Girona ha sido elegido el mejor restaurante del mundo. Es evidente que ante tamaña cantidad de entendidos yo poco tengo que añadir, poco o nada. También he leído que, desde que han entregado el galardón al restaurante, la lista de espera se ha alargado hasta seis meses. ¡Seis meses para una reserva!
Cuando llamo para reservar a mi restaurante, digo mi nombre y el severo camarero ríe mientras dice: “El hijo del argentino”, pensando ya en qué chascarrillo o broma me hará esta vez sobre Argentina, Maradona o el recién estrenado papa . Me ubican en la mejor mesa, que siempre es distinta, pero yo creo que es la mejor mesa porque me lo dicen ellos. Me preparan la sangría de cava en la mesa, mientras comenta lo jodida que está la cosa con la crisis, que ya tiene huevos el horario de los partidos de la Champions, a pesar de tener siempre lleno.

En ese restaurante he vivido muchísimas cosas, he dado noticias y las he recibido, hemos celebrado cumpleaños, aniversarios y otros eventos. Hemos reído y hemos llorado. Hemos comido con gente que ya no está con nosotros, esas paredes me han visto crecer. He visto cómo servían un postre que no podía comer (sorbete de limón con vodka) y que ha terminado siendo mi postre predilecto.
Con todo esto quiero decir, sin desprestigiar, por supuesto, al mejor restaurante del mundo, que jamás ninguna estrella de una marca de neumáticos podrá decir qué restaurante es el mejor para un humilde comensal como yo.
No hay suficientes críticos en el mundo para dictaminar que esa mesa con restos de migas de la pizza del anterior cliente, que el camarero me limpia con un trapo húmedo, no es la mejor mesa del mejor restaurante. ¿Quién dictamina los buenos y malos momentos, los recuerdos, las sonrisas cómplices de los dueños? ¿Cómo pueden decir que esos ñoquis con pesto que han terminado poniendo en la carta no son y serán el mejor trozo de patata y harina que un servidor pueda llevarse a la boca?

1 comentario:

  1. Y por qué no das el nombre del restaurante y la dirección???

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