Continuamente
leemos titulares de un amarillismo recalcitrante, frases entrecomilladas que
nuestros próceres al parecer han regurgitado por sus bocas. En muchas ocasiones
estas frases son exactamente lo que debería ser, extractos reales de la
entrevista una sentencia convertida en titular. Pero otras muchas son
descontextualizaciones repugnantes que utilizan una frase que usada fuera de su
contexto es llamativa para convertirla en el encabezado de un artículo. Deseo con todas mis fuerzas que a Umberto Eco
le haya sucedido la segunda.
Según
un titular y un artículo leído en la prensa, el famoso escritor italiano ha
dicho que la universidad debe ser para una élite. Y cito textualmente el
artículo: “El excesivo número de alumnos y la sustitución del papel del docente
por Internet son los principales problemas de las universidades, sostuvo hoy el
escrito Umberto Eco, para quien estas instituciones académicas deben ser “para
una elite” como recordó que fue en sus mejores tiempos”.
En
estos días el ilustre literato Eco será nombrado doctor honoris causa en la
universidad de Burgos. Quiero creer que una universidad como la de Burgos que
fue creada en 1994 como una escisión de la de Valladolid que existe desde 1241
no otorgaría tal galardón a un personaje presuntamente infame que puede decir
semejante presunta barbaridad. También quiero creer que no ha sido Eco quien ha
dicho que la universidad debe ser para la élite, quiero creer que han sacado de
contexto la frase. Que un escritor que debería defender que la cultura llegue a
todos los estratos de la sociedad, no sólo la cultura sino el aprendizaje, no
puede haber dicho semejante majadería.
Sea
como fuere, al que se le debe haber echo el culo Pepsicola al leer la frasecita
debe ser a Wert. Esa suerte de gnomo agriado que arrastra la cartera del
ministerio educación, cultura y deporte, que imagino debe soñar por las noches
con la universidad que supuestamente sueña Eco, una universidad escasa de
populacho, escasa por no decir vacía, un paraninfo lleno de elitistas caras, de
pudientes sonrisas, de burguesas melenas y de aristocráticos traseros. Una
universidad cerrada a cal y canto para todos aquellos hijos de trabajadores,
para todos aquellos que sus entrañables papás no puedan rascarse el bolsillo
para pagar una carrera, para todos aquellos que no pertenezcan a la élite.
Ya
saben de mi afición por las navajas albaceteñas, una de ellas sería una
herramienta extraordinaria para comenzar a desollar. Si el corte es certero,
uno puede introducir los dedos bajo la piel, si se resbala pueden utilizar un
trapo seco de algodón, esto evitará que la sangre y grasas subcutáneas hagan
que se les escabulla la piel entre los dedos. Una vez enganchado el pellejo
deben tirar fuerte, fuerte e intermitentemente, pequeñas sacudidas y verán como
la piel se desprende con pasmosa facilidad. La carne cruda, aún viva, desprende
un olor muy particular y supura por ella sangre y otros líquidos, no paren,
deben continuar tirando. Pueden ayudarse de vez en cuando con la faca importada
de La Mancha y cortar algún tendón que se agarre en un intento de seguir
uniendo piel y carne.
Espero
que a nadie se le ocurra sacar de contexto esta explicación de cómo despellejar
una liebre, no quisiera que nadie piense que opinó que algún que otro famoso
escritor o algún que otro gnomo ministerial debería ser pasado por el acero de
Albacete por querer privar al pueblo de una educación pública y de calidad. No
me descontextualicen hagan el favor, o por lo menos háganlo en la intimidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario