miércoles, 20 de febrero de 2013

EL AMIGO


Me senté con Frida retozando en mi regazo a leer Bodas de sangre de Lorca y, mientras lo ojeaba y acariciaba a Frida, me puse a pensar…
Hay cosas que un hombre, no me refiero al ser humano sino al género masculino, no puede evitar. A saber: tirarse pedos; sé que hay ciertas mujeres que sostienen, en un acto de feminismo extremo, que las mujeres también tienen ventosidades, pero bueno, aún está por comprobar, un sector de hombres más clásicos creemos que eso es una leyenda urbana.

Alardear de grandes hazañas, “yo me comí cuarenta y cinco calçots”, si no hay nadie que pueda desmentir ese logro tu gesta quedará intacta y podrás jactarte de ello delante de tus amigos.
Pero hay algo que realmente es superior a cualquier hombre, y sé que muchos lo negarán, que querrán hacerse los modernos y progres, pero os puedo asegurar que mienten. A ningún hombre le caen bien los amigos de sus mujeres. La tesis es sencilla: no hay ningún hombre sobre la faz de la tierra al que un amigo de su mujer le caiga en gracia, sobre todo aquellos que son amigos desde antes de que su relación comenzara.
Puedo imaginarme a Mahatma Gandhi con la que sería su esposa, Kasturba Ghandi, en una cena donde ella le presentaría a un buen amigo. Él era un tipo serio, me refiero a que sus formas eran de cierta decencia, pero sin embargo pensaría: “¿Te quisiste tirar a mi mujer y ahora vienes a mi casa?”, el amigo sería simpatiquísimo, le haría bromas, le preguntaría sobre su trabajo, sobre sus aficiones. “Y dime, Mahatma, ¿cómo te van las cosas, cómo van las protestas?”, Ghandi lo miraría con odio en los ojos y con una sonrisa en la boca. Al terminar la comida el amigo los invitaría a salir y a tomar algo, pero Ghandi rechazaría la oferta, pues tendría mucho trabajo pendiente, pero el amigo insistiría y se atrevería a invitar a Kasturba a tomar algo ellos solos, “para recordar los viejos tiempos”. Imagino que el amigo de Kasturba no era inglés, pues creo que esa cena hubiese cambiado la historia.
Supongo que se trata de una reminiscencia de nuestro pasado animal. Dicen que cree el ladrón que todos son de su condición y puede ser, no lo niego. Pero el hombre ennoviado o casado sospecha, sospecha de otro hombre soltero que sonríe a su mujer y que guarda un pasado desconocido para él, aunque le hayan contado muchas cosas siempre hay algo que no se cuenta.
Digo soltero porque cuando el amigo en cuestión tiene novia o está casado parece que la cosa se destensa, digamos que la presión desaparece poco a poco. Ya está pillado, su mujer velará por tu seguridad, puedes relajarte, tomarte una cervecita e incluso confraternizar con él. Siempre y cuando no hable de cosas que ha hecho su mujer con él, por supuesto no hablo de sexo, eso es tabú. Un hombre no puede consentir que en la misma mesa haya otro hombre que se ha acostado con su esposa, bueno, sí que puede suceder, supongo que en las películas de Woody Allen, pero mi vida dista mucho de ser una película de director neoyorquino.
El tema de las relaciones de pareja es algo curioso, porque cuando eres soltero eliges a tus amistades y eso es bueno, pues si no quieres ser amigo de alguien, no lo eres y punto. Pero cuando hay antiguos amigos de uno o de otro hay que sociabilizar, es decir, hay que hacer cenas, comidas, incluso salidas de fin de semana. En este punto pueden suceder dos cosas: la primera, y la preferible, es que los amigos, digamos una pareja amiga de tu mujer, sean de tu agrado, ahí está todo bien. No hay pereza ni desgana en quedar con esa gente. Incluso puede suceder que te apetezca cenar con ellos y compartir una agradable charla. La otra opción, la más desagradable, es que la persona o personas en cuestión te den por culo de forma apabullante. Entonces tu carácter cambia, tú intentas ser simpático, pero por alguna extraña razón no te sale. Todos tus chistes o bromas suenan a ataque directo. Y por muy bien que te comportes o intentes comportarte, siempre terminas por parecer un gilipollas.
Es curioso que cuando sucede al revés no seamos solidarios. Quiero decir, del mismo modo que a nosotros no nos caen bien algunos de los amigos de nuestra pareja, puede suceder que a ella le pase lo mismo. “¿Cómo, no te cae bien Manolo? ¡Pero si es un tío espectacular!”, “No, cariño, Manolo es un imbécil”. En tu fuero interno sabes a la perfección que Manolo, el entrañable Manolo, es un imbécil, pero no es un imbécil cualquiera, es TU imbécil, y por eso no puedes entender por qué no se puede convertir en el imbécil de los dos. Manolo suele ser el amigo soltero, ese que siempre queda en los grupos, el único que huye de las responsabilidades, que sigue saliendo de fiesta y emborrachándose, teniendo ligues, llegando tarde a las citas, haciendo bromas obscenas, digamos que es el reflejo de lo que algunos fueron o fuimos y lo vemos como algo entrañable.
Me he desviado un poco del tema, hablaba del amigo de tu mujer. Hay varias técnicas que suelen funcionar para realizar un ataque no frontal pero si decisivo en contra de este personaje. La primera es no hablar de él si tu pareja no lo hace; jamás, y digo jamás, se debe mentar su nombre a no ser que ella lo haga. En segundo lugar, aunque tenga una gran virtud no se puede hablar de ella, ¿trabaja en una ONG? (suelen hacerlo), ni se os ocurra mencionarlo, nunca. Sólo hay que mencionar los defectos, por supuesto si lo comenta vuestra mujer, jamás iniciar la crítica, y cuando se critique que no parezca lo que realmente es. “A veces Luis es un poco machista”, sé que es tentador, que se os hace la boca agua, pero hay que ser comedido, “La verdad es que sí, que me he sentido un poco incómodo”. ¡Perfecto! Soy consciente de que es muy complicado, que os morís de ganas de dos cosas: o bien golpear el susodicho con una cacerola de barro o decirle a vuestra mujer lo que realmente creéis: “¿Pero es que no lo ves?, ¡se te quiere follar!”. Pero no cometáis ese error, nunca podéis ganar un combate de esta forma, la lucha cuerpo a cuerpo funciona en otros ámbitos, pero en este estáis perdidos.
“No quiero que Luis pise esta casa”, “¿Pero por qué eres así, qué te ha hecho el pobre Luis?”, “Tu amigo Luis es un imbécil”, “¿Cómo, no te cae bien Luis? ¡Pero si es un tío espectacular!”…

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