miércoles, 16 de octubre de 2013

A MI NIÑA NO

Imagino que la niña salió del colegio como salen los niños, como salía yo y como salimos todos, en estampida. Corriendo, saltando y riendo. Hasta ahí todo normal, sigue siendo normal si les cuento que a las puertas del centro la esperaba su abuela, ¿a quién no le ha ido a buscar su abuelo o abuela al colegio? La niña salió y la abuela pudo observar como su nieta llevaba la cara pintada. Y para resumir la historia, se acercó a la maestra y le dio una bofetada, pero no una bofetada suave recriminatoria ―hecho que también sería censurable, ojo― sino una hostia de órdago, tal fue el tabanazo que la maestra cayó al suelo, y los días posteriores lució una evidente hinchazón y dolores lumbares.

En el juicio la anciana agresora aducía que no sabía que la mujer fuese funcionaría… Veamos no es que a un funcionario no se le pueda golpear, en realidad se le puede golpear perfectamente, se le puede golpear con una pescadilla, con un calcetín sucio, con una caña de lomo, con la mano abierto o con el tomo Ñ de la enciclopedia, lo que sucede es que no se debe hacer. Por poder, la anciana podría acudir a la puerta del colegió con una bolsa de pestiños y lanzárselos a los profesores que no le caigan bien, pero evidentemente deberá asumir las consecuencias de sus actos.
La verdad es que de un tiempo a esta parte nos hemos desmadrado, en este y en otros muchos temas, sucede que los niños resultan intocables. Vean lo que ha sucedido cuando una niña ha salido de clase con la cara pintada, imagino que tras realizar alguna actividad, ¿qué hubiese sucedido si la niña le cuenta a su abuela que la seño la ha castigado por hablar en clase? Lo mínimo es que la abuela hubiese sacado una navaja de barbero y hubiese marcado las mejillas de la maestra, se me ocurre como una acción reacción digna de la señora.
No soy partidario de ese maestro gris, casposo y malvado de la época más oscura de España, ese maestro que golpeaba a los niños con una regla, los colocaba en forma de cruz con libros en las palmas o que colocaba unas orejas de burro, pero tampoco soy partidario de que los niños campen a sus anchas por el colegio haciendo lo que les venga en gana. Ni tanto ni tan calvo. Y los padres, entre otros, han contribuido a que el mero hecho de reñir a un mozalbete por tirarle de las trenzas a una compañera sea motivo de ira en contra de los maestros.

Les diré que yo he tenido profesores que merecían ser deportados a Siberia, auténticos analfabetos sentimentales y horribles docentes, que iban a clase a pasar el día y a hacer acto de presencia, tampoco digo que hubiese que golpearlos, pero… lo dejaré ahí. Pero por regla general estamos hablando de gente preparada que ama su trabajo, no se debería consentir que alguien que no tiene vocación educase a nuestros churumbeles, y que acepta a nuestros retoños para formarlos, no sólo académicamente sino como personas, es decir, el castigo forma parte de la educación. Un niño sin límites puede convertirse en un auténtico monstruo, puede ser buen estudiante, pero no tendrá ningún límite actuará en el libre albedrío. No se le castiga por que sufre, no se le castiga por qué el padre colérico aparecerá por la sala de profesores dispuesto a quemar en una pira al profesor de turno, no se le imparte disciplina porque no son formas…. ¿Y qué sucede? Se convierte en un diablo terrenal, que no comprende de respecto, de solidaridad, de amor a sus semejantes, de comprensión, maldita sea ya hemos tenido algún que otro presidente del gobierno con estas cualidades, ¿no les parece que es hora de tomar cartas en el asunto?

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