Yo estoy por la multiculturalidad, por adoptar tradiciones y
fiestas, me encanta que los chinos celebren su año nuevo, en realidad me
encanta que cada comunidad celebre sus fiestas. Supongo que los alemanes
fliparán con los españoles, que se han ido recientemente en este afán
aventurero que nos caracteriza, cuando lleguen las navidades y nos vean más
borrachos que Ernesto de Hannover, cantando villancicos con una zambomba y una
botella de anís. Y eso sucederá por qué existe una comunidad de Españoles,
Manolos, Luíses, Pacos, Marías, Rocíos y Luisas que querrán de una forma u otra
mantener alguna tradición, hasta ahí bien.
¿Pero alguien me puede decir por qué carajo celebramos al
maldito Halloween? No he visto un reducto de inmigrantes Yankees, en un barrio
periférico, un Little Wisconsin o algo parecido. Simplemente es una invasión
cultural, sin armas ni guerras, sin heridos ni mutilados, pero una invasión al
fin y al cabo. Todo empezó con el gordo barbudo que viste de rojo y se te mete
por la chimenea, a lo deshollinador con sobrepeso y eso no mola nada
caballeros. Los reyes magos, serán tres hippies que van con sus camellos
repartiendo felicidad, pero uno los espera, les deja su cava en el balcón, sus
polvorones y el agua para los animales, se ponen hasta el ojete, dejan los regalos
y se van. Pero no me puedo imaginar a un gordo colándose por la chimenea de un
pueblo de castilla sin recibir una ensalada de perdigones por parte del
patriarca de la familia, asomaría la jeta por el hogar y Raimundo el hortelano le sonreiría, la famosa
hospitalidad castellana y le regalaría una ración de puntería practicada
durante décadas de domingos de caza.
Ya les digo que si un
grupo de americanos celebrase su fiesta de los muertos a su manera, me la
llevaría al pairo, pero óiganme, aquí de eso nada, aquí a lo peliculero. En
lugar de celebrarlo como se ha hecho toda la vida de dios, con las castañas y
los moniatos, con los panellets (en el caso de Catalunya) y con el moscatel,
ahora tenemos que sufrir a madres disfrazadas de vampiresas cachondas, a
muertos vivientes paseando por las calles. Pero que lo hagan los demás… me
importa lo justo, lo que realmente me molesta es que me quieran obligar, ¿Pero
qué he hecho yo para merecer esto? En las oficinas, en lugar de descorchar una
botellita de cava y de comerse cuatro castañas, te recomiendan que vengas
disfrazado de Jack el destripador o de la momia de Fraga, de qué da igual, pero
tienes que venir disfrazado, yo ya voy disfrazado cada día señores, de currela
sodomizado, ¿Les parece que eso no es tétrico de por sí?
No me llamo Jimmy y vivo en Connecticut, no quiero
disfrazarme de Cruella de Vil y mucho menos el mismo día que nosotros ya
tenemos una fiesta organizada, ¿menos exótica? Yo no necesito exotismo, yo necesito
castañas pilongas, moniatos asados y vino dulce, eso necesito. Aún no ha
sucedido, pero sucederá se lo aseguro, tarde o temprano, estaré tan tranquilo
en mi casa ensuciando el sofá de cáscaras de frutos secos y sonará el timbre,
me levantaré y veré a un Supermán adolescente, a una Lady Gaga con demasiado
maquillaje (que ya es decir) y me dirán mirándome fijo: “¿Truco o trato?”¿Y qué
quieren que haga yo ante esa situación? Ya les he dicho que no soy Jimmy de
Conecticut, no tendré una calabaza llena de dulces, se lo aseguro, no la
tendré, y he visto películas, sé lo que hacen esos cabroncetes si no les das
caramelos, te joden la puerta a huevazos. Puedo soportar muchas cosas,
vendedores ambulantes o testigos de Jehová, todos recibirán mi dosis de
sarcasmo, pero lo que no puedo soportar es que cuatro mocosas me ajusticien con
proyectiles gallináceos. Y no me gustaría ponerme violento con dos niños que no
han sido educados en una bonita tradición castañera. ¿Pero qué me queda? Atrincherarme en casa y
al día siguiente salir con una espátula para arrancar los trozos de cáscara de
la puerta, eso nunca, yo sé lo que haré, colgaré del pomo de la puerta una
calabaza de plástico llena de dormidina y de laxantes, no hay nada peor que
dormirse y cagarse al mismo tiempo, así aprenderán esos arrapiezos a respetar
mis tradiciones, cuando un hombre come moniatos y bebe moscatel no debe ser
molestado, ya me ocuparé al día siguiente de no pisar a ningún niño cuando baje
las escaleras, olerá mal, puede ser, pero entre el olor a chucherías y a excremento,
olerá a victoria, a tradición y a victoria. Truco o trato mis pelotas.
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