martes, 8 de octubre de 2013

CROQUETA MY FRIEND

Se me ocurrió, una de mis ideas extraordinarias, a las que Gal·la ya está acostumbrada, sabe que son ideas que son generadas por algún cable suelto de mi cerebro, ideas que tan pronto aparecen como desaparecen. Se me ocurrió pues, plantar tomates en el balcón. Con una clara intención de abastecerme de tomates in eternum . De más está decir que el único parecido entre un agricultor y mi persona es que hemos nacido en el planeta tierra, nada más. Así que ni corto ni perezoso me hice con unas tomateras y las planté una maceta de mi balcón.

Los días pasaron, yo regaba la tomatera que parecía más una mala hierba que algo comestible, y cada mañana salía a ver si sucedía algo. Muchos días pasaron hasta que una mañana corrí, como un niño chico que ha puesto lentejas secas con algodón húmedo y observa como comienzan a echar raíces, el típico experimento de colegio, corrí hacia Gal·la, gritando inconexamente “¡Planta, terraza, tomate, sale, tomate, tomate!”, Ella sonrío y me acarició la cabeza.
Me comí mis tomates, los lavé, los corté, los sazoné y me los comí, puedo decir sin miedo a equivocarme que es el mejor plástico que he comido jamás. El experimento me sirvió para tirar la planta al carajo y bajar a la frutería.
Bueno parece ser, que no soy el único al que se le ha ocurrido, en Estados Unidos, país con una tradición gastronómica amplísima llena de grasas saturadas artificiales a algún sector de la sociedad se le ocurrió que la mejor manera para comer sano era autoabastecerse y no contentos con plantar tomates en los balcones decidieron tener gallinas. Reconozco que esa idea también se me pasó por la cabeza, evidentemente Gal·la dijo que por ahí sí que no pasaba.
Bueno que me voy por los cerros de Wisconsin, la cuestión es que se puso de moda y miles de familias compraron gallinas, los imagino en tropel comprando polluelos en los mercadillos, si es que en Estados Unidos existen los mismos mercadillos que aquí, con cajas de cartón atestadas de polluelos a uno o dos euros. Se los llevaron a casa, les acondicionaron una jaula y ale a hacer huevos revueltos. La aventura funcionó el primer año, cada tanto huevos frescos para sus exquisitos platos, el segundo año siguió funcionando, huevos y más huevos. Pero el tercero, el tercero la gallina dijo, hasta aquí hemos llegado y lo único que hacía era cacarear, comer y cagar. La miraban, la gallina los observaba con sus ojitos negros y picoteaba el grano.
Imagino al bueno de Bob con su mujer Linda y sus hijos Boby Jr y Mery Su, mirando a la gallina y ésta pensando,” No tenéis la más repajolera idea de gallinas” y es cierto ni Bob ni su familia no sabían que una gallina pone huevos los dos primeros años, luego deja de hacerlo y se convierte en una gallina vieja. Y ya saben como son cierta clase de americanos, de comerse animales nada, otros más al sur se comen hasta las ardillas que pasan por delante del porche, pero la familia de Bob se deshizo de la gallina.
Aquí en esta tierra, aunque también existen gentes como Bob, es decir, cien por cien urbanitas, tenemos un remanente campestre y pensamos: “Gallina vieja, igual a caldo”. Pero en Estados Unidos ni se les ocurriría, del mismo modo que no pueden concebir que aquí nos pongamos hasta las tetas con un buen arroz con conejo.

Bob, les dijo a sus hijos que había llevado a la gallinita a un lugar donde será más feliz, y lo peor del tema es que es cierto. La llevó a un albergue para gallinas. ¡Un albergue para gallinas! Esta gente tiene albergues para gallinas. Cada año se abandonan quinientas gallinas y el número va subiendo. Así que hay un lugar en estados unidos (ojo al nombre: Chicken Run Rescue) donde viven cientos de gallinas. Cientos de gallinas indultadas, cientos de gallinas que viven felices correteando por una granja, comiendo grano, cagando a diestro y siniestro, dedicándose a la diversión y a la vida contemplativa. No sé si eso es síntoma de país civilizado, me temo que no, esta potencia necesita saber ciertas cosas. ¿Es que nadie les ha enseñado la palabra croqueta? “¡Croqueta my friend, croqueta!”

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